jueves, 8 de noviembre de 2012

Misfits. Gamberrismo británico.


Misfits es la serie más gamberra que ha parido, a día de hoy, la gloriosa Gran Bretaña. No hay más que ver su potentísima intro, con la frenética canción “Echoes” de la banda The Rapture, para darse cuenta. Misfits supone un paso adelante, en lo que a mala hostia se refiere, desde otra serie británica de temática juvenil: la también excelente Skins.


El punto de partida tiene como protagonistas a un grupo de jóvenes que, por diversas causas, resultan obligados a realizar trabajos para la comunidad y cuenta cómo una extraña tormenta los dota de misteriosos súper poderes  -invisibilidad, control de las personas por atracción sexual, viajes en el tiempo, telepatía, etc.- que van descubriendo escalonadamente y actúan como excusa para que esta agudísima comedia relate las relaciones de amistad, amor y sexo entre los personajes.  Si un pero se le puede poner a Misfits es la absoluta (e intuyo pretendida) dependencia del personaje más irreverente: Nathan Young. Este, descarado, engreído y bastante salido, eleva a la trama a sus cotas más altas de cinismo y humor negro. Es un personaje inolvidable, que en un incisivo discurso, dota de su propio “libro de estilo” a la serie.


Se trata, además, de una producción que no sólo se ve libre de la estúpida y poco creíble moralina presente en buena parte de las  series de temática teenager; sino que aporta una visión tremendamente ácida y realista, por cómo estos chavales afrontan las más extremas y absurdas  situaciones que puedas imaginar.


Cuenta  Misfits con una banda sonora sencillamente espléndida y una fotografía que deslumbra frescura. Y es, para terminar, una apología de la juventud más gamberra y políticamente incorrecta, acaso delictiva; y no exenta de una cierta dosis de crítica social.

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